Si Juana hubiera vivido en el siglo XX habría sido otra Ulrike Meinhof. No hubiese estado al servicio de Dios y de Francia (dos entidades ilusorias), sino al servicio de una improbable revolución mundial.
El duelo es por el momento judicial, pero a tenor de las declaraciones Francia e Inglaterra parecen dispuestos a revivir un nuevo capítulo de la Guerra de los Cien años que enfrentó a ambos países entre los siglos XIV y XV y que resurge ahora por la propiedad del objeto
Según ciertos escritos considerados apócrifos, Dios convirtió a Juana de Arco en perro para salvarla del tormento. Lo que ardió en la hoguera fue un simulacro. Robert Bresson, inconscientemente, recoge la escena en su filme de 1962.
A orillas del gran Loira se levanta esta ciudad de 150.000 habitantes de origen romano, que fue ocupada por los prusianos en 1870 y muy dañada por los bombardeos durante la II Guerra Mundial